ALCIBÍADES



Podrían los propios atenienses seguir a la muerte
sólo porque tus labios 
                                  se asemejan a un fruto de mar
o porque tu rostro precioso es un lago en la ciudad;
venderse tu lealtad a Esparta, o al enemigo persa,
y una gleba ilustrada observarte ir tu camino
porque tu sola presencia que anuncia verano
                                               y tu cuerpo esbelto
pueden arrogarse cualquier asamblea
que se extravía en tu mirar
hasta ya no saber si eres un hombre o un dios.
Y se estrellarán nuestros corazones,
porque lo hermoso quiere permanecer indómito:
bello Alcibíades, que la belleza es tirana,
y no incurre en desmesura, 
                                    porque la belleza es exceso.