LA OTRA GLORIA

Anoche ha descendido Medea
              por los caminos solos
rompiendo el bullicio que la señala
y abriendo las esquinas.
Lleva el pelo enmarañado
va envuelta en llama y gloria ajena
presurosa hacia lo más intenso:
un firme decreto gobierna su corazón.
Conserva aún sangre en las manos
y firme daga; avanza, sorda
por los gritos tras su paso,
¿qué hay más fuerte que Medea?
                              Pronto, impoluta,
cruza la madrugada y mata su propia prole.
Ahora las ciudades ya no son las ciudades
y el mundo ya no es la Historia;
la tierra se estremece
y Medea asciende en alado carro
porque ante los dioses
todo crimen de amor es justo.